dilluns, 13 de febrer del 2012

Compromiso - no confundir con "compro miso"

Sin dejar el mundo del deporte rey, leía hace unos días que Ryan Giggs había firmado por una temporada más con el Manchester. Y es que estar comprometido con un club y además por tanto tiempo es algo que me alegra, porque esto quiere decir que aún queda gente con valores. También podríais decir que lo hace porque es el club que le ofrece más dinero, cosa que no aplaudo, pero respeto. Y de esto va este artículo.

Años atrás, empezó la moda de los fichajes y de que los jugadores de fútbol, sobre todo, fueran casi divos y se llegaron a pagar auténticas millonadas por hacerse con los servicios de jugadores que hubieran destacado en otros equipos, siendo Cristiano Ronaldo un ejemplo reciente, pero esto no deja de ser simple mercenazgo y venderse al mejor postor. Por suerte, parece que ahora los clubs se están dando cuenta que lo mejor para tener jugadores comprometidos con el club y adaptados al modo de juego del equipo es criarlos desde pequeños. En un pequeño símil es como el restaurante mundialmente reconocido con un alto presupuesto que puede permitirse comprar artículos lujosos para los platos frente al restaurante modesto que compra frutas y verduras cultivadas con mimo a campesinos de su misma localidad: los platos pueden llegar a estar igual de buenos.

El jugador criado en casa está plenamente adaptado al funcionamiento de la plantilla, es un recambio hecho a medida pero con sus particularidades y puntos fuertes. Siente cada victoria como suya y cada derrota le duele en lo más hondo de su corazón. Sabe que el juego colectivo es lo más importante y los títulos individuales son fruto de los primeros. Sale a jugar cada partido con uñas y dientes porque sabe que está en juego la calidad del equipo de sus sueños, "SU" equipo. Y lo mejor, sabe que el dinero no más importante que el reconocimiento colectivo e individual.

El jugador fichado por una obscena cantidad y con una ficha astronómica viene a ser como un melón, que hasta que no lo abres no sabes que sabor va a tener, es decir, has visto que en otro equipo encajaba a la perfección, se entendía perfectamente con sus compañeros y era un fenómeno, pero ahora debes conseguir que se adapte a tus necesidades, y normalmente si se ficha es porque las necesidades son importantes o urgentes.

El jugador fichado siente cada victoria como un neón más en su vitrina para lucimiento personal y la derrota muy probablemente no se deba a su indudable calidad. Puedes tener suerte y que el jugador fichado entienda el juego colectivo o puede que únicamente saque a relucir su calidad individual: puede que por tus urgencias te vendas a sus individualidades. Como sabe que cobrará a final de mes, y no mal precisamente, el jugador fichado puede haber partidos que salga más relajado o menos motivado. Y lo peor, el jugador fichado te puede dejar en la estacada si le asoman una chequera con más ceros en la derecha.

El jugador de casa te cuesta relativamente poco dinero comparado con uno fichado. Y el jugador de casa nunca venderá tantas camisetas como el fichado si nunca le das la oportunidad de triunfar, porque, alguna vez, el fichado fue de casa.

Sin embargo, no siempre un jugador fichado tendrá tantos puntos negativos, porque se rebajará el sueldo para jugar en tu equipo, pagará parte de su traspaso o te costará muy poco comparado con todo lo que te va a aportar. Además, creando una escuela de tu club de fútbol estás creando puestos de trabajo en tu localidad. Si fichas en el extranjero, el trabajo lo habrán hecho fuera. Crea futbol, crea compromiso.

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